En el río Ebro a su paso por Aragón es donde presenta una población más alarmante debido en gran medida a las barreras arquitectónicas como presas y Azudes  que el barbo se encuentra en el momento de remontar el río para el desove.

El periodo reproductivo está fijado en los meses de Mayo y Junio en las que el barbo, asciende a las zonas altas de los ríos buscando lechos de grava, con corrientes fuertes o medias para que oxigenen sus huevas. La puesta dependiendo del tamaño de la hembra consta de 5.000 a 30.000 huevos, los cuales se adhieren en el fondo y son tóxicos.

Su pesca es muy deportiva, tratándose de un ejemplar muy luchador. Se puede realizar con cebo vivo, mosca seca y ninfa, ocasionalmente y en zonas de corriente con espuma es posible que consigamos algún ejemplar con pez artificial y cucharilla.
Cabe destacar que sobre todo en aguas muy cristalinas es un pez muy difícil de engañar siendo mucho más desconfiado que sus frecuentes competidoras de territorio, las truchas.