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Después de cruzar Zaragoza, la capital del Ebro, en donde su caudal aumenta por las aportaciones del Huerva y Gállego. El Ebro comienza a pausar su recorrido y la vegetación de ribera comienza a ganar protagonismo.
Estos lugares exaltantes de vida, son parajes únicos para la pesca y el disfrute de la naturaleza.
Los grandes meandros de Cinco Olivas y Sástago y el azud de escatrón nos advierten que estamos llegando al "Mar de Aragón".
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